Y David fue tan grande como la semilla de mostaza

Descubre cómo lo que da como inicio un ejercicio terapéutico culmina en una bella obra literaria

La presente obra está narrada desde el amor y en agradecimiento a la memoria del Dr. Enrique David Flores Anguiano.

El título nos remite a la parábola de la semilla de la mostaza, narrada en las santas escrituras, donde se menciona que la semilla de la mostaza es la más pequeña de todas, sin embargo, al florecer y llegar a la madurez, logra ser no de los arboles más grandes.

Trasladando esta analogía a la persona del Dr. Flores, el autor resalta la grandeza de este hombre ejemplar, que logró tocar la vida de muchas personas con su humanidad, anteponiendo el estricto sentido de la justicia y de la bondad hacia sus semejantes.

El autor nos va narrando la vida de David desde pequeño, cuya infancia en el seno de una familia cristiana, donde su educación fue solida y constante, fue  lo que influyó en la manera de conducirse a lo largo de su vida, siempre con integridad.

Nos presenta a un niño con sueños y su interés por estudiar piano, su constante desarrollo hasta el momento que decide abrazar la noble vocación de Médico Cardiólogo.

No menos importante es el encuentro con el amor, con los sinsabores propios que esta travesía conlleva, culminando en una hermosa historia que da la pauta para ser contada, deseando tocar el corazón de sus lectores, sin cuestionar a sus protagonistas, al final, el amor es amor.